Si quieres ser auténtico, único
 y comunicar lo que piensas,
el estilo es la respuesta, no la moda.
Alonso Murillo

Alonso lleva hoy el cabello libre del chongo con el que suele coronar su cabeza. Es un día relajado; tal vez por eso calza unos tenis Converse en lugar de tacones. Quienes lo conocen siempre lo imaginan a 15 centímetros del piso.

—Sí, lo sé. Soy un Fashion Stylist.

Es un provocador. Y le gusta.

Nos reunimos entre Bellas Artes, la Torre Latinoamericana y el Ex Convento del Corpus Christi. Es el lugar perfecto para una experiencia ecléctica.

Estamos cerca del mural de Diego Rivera Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central. En esta obra, la Catrina, con su estola de serpiente emplumada llama la atención de los paseantes, igual que cuando Alonso caminaba por la Ibero en tacones, de salón en salón, sin perder la compostura.

Cree que haber estudiado diseño textil en la UIA le ayudó. Ser delgado también le ha convenido. Usa ropa masculina y femenina indistintamente y luce bien.

—Mi intención es que las personas, al verme en la calle, salgan de su zona de confort. Me gusta que no sepan cómo referirse a mí. Quiero que dejen de etiquetar a las personas por su género y acepten que un hombre puede ser delicado, refinado, fuerte, con miles de variantes.

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Foto: Cortesía de Alonso Murillo

Autorretrato del autor

Alonso pide una cerveza oscura en lugar de un coctel: cree que no es necesario tomarse las cosas tan en serio ni ser súper sofisticado cada segundo de su vida. Le basta con alejarse de los estereotipos. Pero a la vez, es consciente de que ha creado un sello personal. Ahora forma parte de la realización de una campaña contra la homofobia: el concepto es Las Etiquetas.

—Las etiquetas nos sirven para entender y definir al mundo.

Es probable que forjara su estilo a partir de la imagen que tiene de su madre. Su admiración por ella es innegable, lo inspira y es su modelo a seguir.

—Mi mamá fue una persona muy elegante y trabajadora. De alguna manera es mi ídolo.

Alonso cuestiona la construcción del poder masculino que evita mezclarse con lo femenino.

—No es lo mismo una Chanel pionera poniéndole pantalones a las mujeres para igualarlas con los hombres y lograr que se empoderen, que feminizar a un hombre. Entonces éste pierde estatus.

Piensa que el machismo sólo disminuirá cuando la sociedad entienda que un hombre también puede ser femenino. El machismo, dice, está vinculado con la ropa. Ellas tradicionalmente han sido un trofeo que simboliza la riqueza, la inteligencia y el éxito de sus maridos.

—Lo que una mujer viste es una extensión de su esposo.

Alonso centra su teoría en la mujer de sociedad. Este rol permite que la mujer desayune con las amigas, vaya a un coctel o a una inauguración por la noche, mientras que el hombre, en su papel de proveedor, sólo trabaja y regresa a casa.

Por eso es la mujer (burguesa) la que rompe con los estereotipos.

Él también los rompe. Y todos lo notan. A nuestro alrededor, el mesero interrumpe con insistencia, una muchacha lo admira cuando pasa y un conocido finge no verme. Llama la atención y lo sabe.

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Foto: Cortesía de Alonso Murillo

Autorretrato del autor

Su perfil de Facebook es un escaparate de su trabajo colaborando con fotógrafos en la confección de estilos. En varias imágenes utiliza su propio cuerpo como medio de expresión y experimentación. Una mirada más atenta a sus posts permite entender que lucha por defender la libertad más allá de los géneros.

Cuenta que empezó a construir esta forma de pensar desde niño cuando no le gustaba seguir reglas absurdas. En cambio, ahora también busca la aceptación de la sociedad para no aislarse. Tiene la capacidad y el talento para ver en qué espacios es propicio que use tal o cual prenda.

—Entiendo que no debo sacar las manos cuando estoy en la montaña rusa porque me quedo sin brazos. Debo satisfacer mis necesidades, pero sin perturbar a los conservadores.

Su apariencia tiene sus bemoles. Vistiendo así no puede pedir trabajo en cualquier lugar, ni socializar en cualquier sitio. Ha tenido que tolerar silbidos, piropos y agresiones verbales, pero no por eso deja de hacer lo que quiere.

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Foto: Cortesía de Alonso Murillo

Autorretrato del autor

—Al final la gente te trata como te ve, entonces yo intento verme como quiero que me traten.

Se concibe a sí mismo como una marca.

—Como no soy niño y no soy niña todo se complica porque no perteneces a ningún lugar. La gente no sabe cómo comportarse frente a ti y tú tampoco sabes cuál es tu papel. Cuando tu intención es no encajar, no hay hacia dónde mirar. No hay nadie que se haya posicionado de esta manera en la sociedad. Tengo que picar piedra en todo momento.

La tarde se aproxima, es necesario abrigarse un poco, y le pido consejo sobre mi estilo.

—Es importante lo que comunicamos con diferentes roles y actividades. Vístete como quieres que el mundo te trate.

Le pregunto si ha valido la pena; responde que no cambiaría lo que ha logrado para ser él mismo. Los obstáculos lo han ayudado a llegar a otros lugares. Es una marca, pero no es un personaje, ni una moda.

Entonces me da algunas recomendaciones: las mejores prendas son los sacos, los blazers y las chamarras; son el toque final de un atuendo, porque la gente recuerda lo que tienes más cercano al rostro, son las más divertidas.

Pensé que me diría que el sello lo ponen los zapatos.

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Foto: Omar Espíndola

2 thoughts on “La intención es no encajar

  1. Muy buen texto y que maravilla lo que dice: “Cuando tu intención es no encajar, no hay hacia dónde mirar. No hay nadie que se haya posicionado de esta manera en la sociedad”.

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