El beso no es caprichoso, no hace distinciones, no discrimina, consuma su existencia entre los dos que se quieren besar, sin importar su género, su edad, su estrato social. De acuerdo con Emer Maguire, ganador de la entrega de Northern Ireland del Concurso Internacional de Comunicación Científica FameLab, el cerebro se acelera como una locomotora con algunos besos (sobre todo los eróticos). Con los besos, la sensibilidad labial produce un triple coctel natural de hormonas que sacuden el cuerpo: dopamina (que genera euforia, como la cocaína), oxitocina (que fomenta el apego) y serotonina (la hormona de la obsesión). La sociedad mexicana ha naturalizado los besos en público de las parejas heterosexuales, pero no sucede lo mismo con los besos de las parejas del mismo sexo, que todavía pueden provocar comentarios homofóbicos. Este 17 de mayo se cumplieron 28 años desde que la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud eliminara la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales y para celebrarlo, alrededor de 300 personas, tanto parejas heterosexuales como del mismo sexo, se reunieron junto a la explanada del Palacio de Bellas Artes para “poner un beso en la boca de la intolerancia”. Aquí la fotogalería: